Bigand, pueblo chico
“Bigand Infierno Grande” titulaba la nota en la revista Viva de este domingo. Para los que no sepan Bigand es un pequeño pueblo de 5000 habitantes a pocos km de Rosario, en el sur de Santa Fe. La pregunta es porque este pueblo es nota en Viva. La respuesta es que unas 28 familias de colonos están por perder sus campos arrendados de toda la vida.
El pueblo fue fundado por Víctor Bigand en 1909, dándole posibilidades a mucho colonos inmigrantes en su mayoría italianos de poder tener un lugar y de trabajar. Bigand queda a unos muy pocos Km, arriesgo unos 15, por laberínticos caminos de tierra que solo los que vivimos por allí conocemos, de Alcorta. Si, la de “El grito de Alcorta”, un hito en la historia de principios de siglo. El grito de Alcorta, fue una lucha de arrendatarios en 1912, que al encontrarse al borde de la quiebra y del desalojo se organizaron para enfrentar la situación y de donde nacerá luego la Federación Agraria Argentina (no confundamos, no es lo mismo que la Sociedad Rural, hay un abismo entre ellos). Por esos días el diario La Nación, del 8 de Julio de 1912, dice: “Unámonos, pues es una acción conjunta y como los agricultores de Alcorta, Bigand, Alvarez, Firmat y otros puntos, solicitemos a los señores dueños de campos una rebaja a los altos alquileres que hoy se pagan para tener derecho a vivir sin el pesado cargo de la deuda que han hipotecado nuestro porvenir y el de nuestros hijos…”.
Hoy casi 100 años después, muchos de los hijos y nietos están en la misma situación, al borde de quedarse sin sus hogares y sin “sus” tierras. La heredera de las 3.500 ha de campos de Bigand, Maria Mercedes Bigand, hija del fundador, murió sin herederos, y dejando a sus arrendatarios en una situación peligrosa. Los administradores han cambiado las reglas, y el viejo contrato vence en diciembre. Por lo que le futuro de muchos esta en juego.
Los campos en los que han vivido son muy valiosos, ya que las 3.500 ha cuestan unos 35.000.000 de DOLARES, por lo que un campito de 100 ha cuesta cerca de millón, lo que hace imposible comprarlos a sus colonos. Pero esto no es solo el valor económico, sino el sentimental, el gringo que se levanta a la mañana temprano a trabajar en su campo, que tiene las manos grandes y curtidas por el trabajo, que solo sabe hacer eso, trabajar en el campo; para el gringo su tierra es todo. El mai’, el trigo, la soja, el trator, la trilla….
Yo no conozco a ninguno de estos protagonistas, pero imagino como son. El pueblo donde crecí y donde viven mis padres, Pavón Arriba, queda también a unos 30 km por tierra (como se dice en el pueblo) de Bigand, y las historias de vida no son tan diferentes; las costumbres, la forma de ver la vida, es la misma que la de los habitantes de Pavón, y muchos de ellos deben tener familia en Bigand, por la cercanía y porque eso es así. Es por eso que entiendo por lo que están pasando.
Al leer la nota, tuve nostalgia del pueblo, ya hace un mes que no voy, porque reniego de él, es que eso de “pueblo chico, infierno grande” es cierto, además yo no soy de allí, solo son la cosas misteriosas del destino las que llevaron a mis padre a instalarse allí. Pero conozco a su gente y se como aman la tierra y lo que significa para ellos el campo. Y eso se revelo cuando el tornado destruyo casi la mitad de Pavón, la gente estaba destruida y muy triste, sus galpones sus silos, sus casas sus maquinas, todo casi destruido. Y por eso también entiendo a los que están en Bigand.
El campo abierto, el cielo azul, el horizonte que siempre puede verse desde cualquier punto, los 21 de septiembre en el arroyo, los días de verano hasta las 3 a.m. en la plaza tirados, tocando la guitarra y tomando mate, salir a cazar, que enormes cosechadores y tractores sean parte del transito habitual, la liberta. Libertad. Así se vive por eso lados, y también feliz, aunque de vez en cuando allá alguna mala cosecha o algún tornado loco que se lleve medio pueblo.
Espero sinceramente que la gente de Bigand pueda conseguir lo que le pertenece por derecho, porque toda la vida han luchado por mantenerlo, porque en esas tierras esta su sudor y también su sangre, su vida y si futuro…
El pueblo fue fundado por Víctor Bigand en 1909, dándole posibilidades a mucho colonos inmigrantes en su mayoría italianos de poder tener un lugar y de trabajar. Bigand queda a unos muy pocos Km, arriesgo unos 15, por laberínticos caminos de tierra que solo los que vivimos por allí conocemos, de Alcorta. Si, la de “El grito de Alcorta”, un hito en la historia de principios de siglo. El grito de Alcorta, fue una lucha de arrendatarios en 1912, que al encontrarse al borde de la quiebra y del desalojo se organizaron para enfrentar la situación y de donde nacerá luego la Federación Agraria Argentina (no confundamos, no es lo mismo que la Sociedad Rural, hay un abismo entre ellos). Por esos días el diario La Nación, del 8 de Julio de 1912, dice: “Unámonos, pues es una acción conjunta y como los agricultores de Alcorta, Bigand, Alvarez, Firmat y otros puntos, solicitemos a los señores dueños de campos una rebaja a los altos alquileres que hoy se pagan para tener derecho a vivir sin el pesado cargo de la deuda que han hipotecado nuestro porvenir y el de nuestros hijos…”.
Hoy casi 100 años después, muchos de los hijos y nietos están en la misma situación, al borde de quedarse sin sus hogares y sin “sus” tierras. La heredera de las 3.500 ha de campos de Bigand, Maria Mercedes Bigand, hija del fundador, murió sin herederos, y dejando a sus arrendatarios en una situación peligrosa. Los administradores han cambiado las reglas, y el viejo contrato vence en diciembre. Por lo que le futuro de muchos esta en juego.
Los campos en los que han vivido son muy valiosos, ya que las 3.500 ha cuestan unos 35.000.000 de DOLARES, por lo que un campito de 100 ha cuesta cerca de millón, lo que hace imposible comprarlos a sus colonos. Pero esto no es solo el valor económico, sino el sentimental, el gringo que se levanta a la mañana temprano a trabajar en su campo, que tiene las manos grandes y curtidas por el trabajo, que solo sabe hacer eso, trabajar en el campo; para el gringo su tierra es todo. El mai’, el trigo, la soja, el trator, la trilla….
Yo no conozco a ninguno de estos protagonistas, pero imagino como son. El pueblo donde crecí y donde viven mis padres, Pavón Arriba, queda también a unos 30 km por tierra (como se dice en el pueblo) de Bigand, y las historias de vida no son tan diferentes; las costumbres, la forma de ver la vida, es la misma que la de los habitantes de Pavón, y muchos de ellos deben tener familia en Bigand, por la cercanía y porque eso es así. Es por eso que entiendo por lo que están pasando.
Al leer la nota, tuve nostalgia del pueblo, ya hace un mes que no voy, porque reniego de él, es que eso de “pueblo chico, infierno grande” es cierto, además yo no soy de allí, solo son la cosas misteriosas del destino las que llevaron a mis padre a instalarse allí. Pero conozco a su gente y se como aman la tierra y lo que significa para ellos el campo. Y eso se revelo cuando el tornado destruyo casi la mitad de Pavón, la gente estaba destruida y muy triste, sus galpones sus silos, sus casas sus maquinas, todo casi destruido. Y por eso también entiendo a los que están en Bigand.
El campo abierto, el cielo azul, el horizonte que siempre puede verse desde cualquier punto, los 21 de septiembre en el arroyo, los días de verano hasta las 3 a.m. en la plaza tirados, tocando la guitarra y tomando mate, salir a cazar, que enormes cosechadores y tractores sean parte del transito habitual, la liberta. Libertad. Así se vive por eso lados, y también feliz, aunque de vez en cuando allá alguna mala cosecha o algún tornado loco que se lleve medio pueblo.
Espero sinceramente que la gente de Bigand pueda conseguir lo que le pertenece por derecho, porque toda la vida han luchado por mantenerlo, porque en esas tierras esta su sudor y también su sangre, su vida y si futuro…
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