Cronica de un país anunciado

Los 90 fueron una década marcada, en sus primeros años, por la introducción de un plan de estabilización y por profundas reformas estructurales instauradas para darle alguna respuesta a la crisis económica y social heredada de los años 80. Así fue que nos encontramos con un nuevo régimen cambiario y con la necesidad de elevar la competitividad; y se busco una mayor flexibilidad del trabajo, a partir de sugestivas reformas a la legislación laboral, generando gran precarización del empleo.

Si nosotros analizamos el periodo1993-1995, nos encontramos con un aumento más que significativo de la tasa de desempleo abierto y de la tasa de subocupados horarios. También hay un aumento de la población, de la tasa de actividad y se registró un minino aumento del PBI. En resumen, todo aumento excepto la tasa de ocupados.

Monza nos explica que pueden existir cuatro factores que influyen en el deterioro ocupacional, como son: la variación de la tasa de actividad; la destrucción de los puestos de trabajo preexistentes; el comportamiento de la subocupación; y también el efecto demográfico. Pero esto dependerá del periodo analizado, deben por ejemplo tenerse en cuenta la región, la cuestión sectorial, etc. Tengamos de igual forma en cuenta que, los problemas del mercado de trabajo se generan por un insuficiente crecimiento de los puestos de trabajo. Por eso, no es raro que durante la primera mitad de los 90, prosperaran las actividades informales, que disminuyera la calidad del ingreso, se debilitara la protección social. En resumen, una gran precarización del empleo. Toda esa gente sin empleo no tiene seguro social, ni beneficios, y la gente ocupada muchas veces suele serlo, en trabajos con remuneraciones en negro, mal pagos, inestables y además con escasa perspectivas futuras. Todo esto obviamente produce un efecto negativo en la acumulación capitalista.

En una entrevista hecha a Eric Hobsbawm (Suplemento zona, Clarín, en nov. de 1998), el historiador explicaba que “Hoy en día el producto nacional se puede producir con un insumo mucho menor de trabajo debido a la tecnología, con menos trabajadores. El gran problema actual es que toda esa masa que durante años participó del producto nacional a través del mercado de trabajo, hoy se marginaliza…”. Por otra parte, José Num nos dice que el problema de la marginalidad social rebasa con creces el problema del desempleo. Pero no nos olvidemos, que el desempleo es el generador de esa masa marginal, de esa gente “excluida”. Y la exclusión no es buena para la democracia. Es que cuando las demandas de algunos sectores de la sociedad, como tener un trabajo, son rechazadas esa gente empieza a sentirse excluida. En la medida en que las necesidades de base de las personas son satisfechas podrán ser consideradas miembros plenos y participes de la sociedad; por lo tanto, la incapacidad de satisfacer las obligaciones comunes es un obstáculo a la plena pertenencia a la sociedad tan grave como la ausencia de iguales derechos. Con respecto a lo dicho anteriormente, no nos olvidemos que el trabajo, es más que una fuente de recursos, sino que constituye el ámbito de socialización por excelencia.

Por otro lado, el desempleo afecta al ingreso, se producen disminuciones en las remuneraciones de los ocupados y de los subocupados. En el periodo analizado hay que tener en cuenta que, con el Plan de Convertibilidad, en los primeros 2 años del 90, se revertió el proceso de deterioro iniciado en los 80, y existió una recuperación de los salarios, pero ya para 1993 se había agotado la expansión del empleo y crecía fuertemente la cantidad de desempleo. Aun así, “Esta evolución de los ingresos laborales, que se mantuvo hasta fines de 1994, permitió que tuviera lugar una leve reducción en los niveles de pobreza aunque sin mejorar prácticamente la distribución del ingreso.” (Robin y Crusella, en “El deterioro social en la Argentina de los noventas”).

“Es moralmente intolerable dejar que cientos de empelados caigan del mercado sin un red de bienestar”, dirá Hobsbawn, más tarde en la entrevista. Personalmente no creemos que durante la década de los noventa allá existido ningún tipo de moral.

La implementación de políticas neoliberales o neoconservadores, arengaban: achicamiento del estado; introducción de un cambio fijo, que afecto negativamente el mercado de trabajo; la implementación de reformas estructurales recomendadas por organismos internacionales de crédito, léase privatizaciones, desregulación del mercado. Y todo esto destruyo empleos, genero una gran brecha en la redistribución del ingreso generando consecuentemente esa masa marginal, excluida. Tampoco no nos olvidemos de la devaluación de la educación, del aumento en los delitos violentos, de la pizza con champagne, y de la Ferrari que manejaba el presidente mientras leía a Sócrates.

Cuando reducimos la coacción económica del Estado estamos aumentando la coacción económica de las grandes empresas, significa más poder para la elite económica, y esa es una de la metas de una política neoliberal. Ellas no tienen propuestas para aumentar los recursos ni la participación real de los demás actores, sino beneficiar a esa elite a costillas del resto de la sociedad. Y el resultado de eso es más subdesarrollo. Lo que distinguió a la economía argentina durante esta década pasada fue el deterioro del bienestar en un sentido absoluto, ergo, aumento la pobreza.

Comentarios

Danilo Gatti dijo…
muy bueno el analisis y las citas que haces ni en mis sueños mas salvajes podria haber hecho algo igual.
Estoy de acuerdo con lo k planteas sobre el modelo neoliberal, y el discurso que siguen bajando sobre el estado.
Politicos como Lopez Murphy, macri, sobisch, etc. basan sus politicas en reducir la participacion del estado.
acusandolo de todo
es verdad que no funciona correctamente
pero eso no tiene que hacernos perder el foco del desastre que han hecho las privatizadas.
Hay que preservar el empleo estatal y la educacion publica entre otras cosas.
No hay que destrozarlo, ni ausentarlo, hay que reforzar el estado, limpiarlo y crear un estado de bienestar para todos e igualitario.

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