Una Joven Formal

“…y yo ya había aprendido a considerar preciosas las cosas singulares.” Alcance a leer en una parte de un libro de Simone de Beauvoir que estaba sobre la mesa en la casa de Pat. Las hojas del aquel libro no dejaban de encandilarme y producirme una sensación de placer. Con una descripción exquisita y sabrosas en palabras y sentimientos, iba describiendo los primeros años de la vida de una niña, que no era otra que ella misma, Simone. Fascinada por sus distinguida escritura, y soñando ser un poco como ella; no dejaba de pensar en que esas pocas paginas parecían describirnos a todas, o casi todas nosotras. Una serie de oraciones golpeaban mi cabeza y mi pensamiento.

Siempre he considerado preciosas las cosas singulares, ya que su esencia es bella, lo raro, lo único, lo extraño, lo freak siempre me ha parecido lindo, quizás tal vez porque me considero a mi misma algo singular. Aunque a veces me gustaría ser más libre para llegar a serlo. ¿Quién soy? ¿Quiénes somos nosotras las mujeres?

“Mujer no se nace, mujer se llega a serlo” es la frase mas celebre de Simone, pero una también se encuentra con el “ser” y el “deber ser”. Como una especie de ambivalente imperativo existencialista. Los demás imperativos, la familia, el trabajo, el estudio, la belleza, la inteligencia, la postura, golpean la puerta de la exigencia. Pero todo es de a poco despacio siguiendo el protocolo.

La dulce doncella en castillo de cristal, que mira la vida desde su altanera posición, desde la ventana de aquel cuarto, rodeada por demás doncellas consejeras. La vida te golpea la puerta y comenzas a vivirla, a sentirla, entre tus piernas cae la vida roja y espesa como el destino. Tus hormonas y tu cuerpo desean, tu corazón late con mas fuerza antes la ilusiones que te trae la vida, y ahí esta tu primera ves. La creíste sutil, bella, soñada, y con el tiempo te das cuenta que no fue así. Casi no la recordas, si es que te amaron otros. Te desvirgaron y ya, eso esperabas, solo para correr a contárselo a tus amigas. La vida siguió la vida sigue, y siempre hay cosas nuevas. Lo cursi de tu existencia pasada te repugna, te parece estúpido. Solo voy a recordar lo que me hizo reír sin sentido, mis amigos, la sensación de no tener tiempo ni edad, la libertad infinita de aquella época.

Y el tiempo pasa, y te planteas tu futuro lo que viene lo que va. Los planes, y las ilusiones nuevas. Soñas con otras cosas, comenzas a abrirte tu propio camino, independiente, fuerte con tus ideas firmes sobre la frente. Luego te toca conseguir un amor, tener un par de hijos, un hogar tibio, una casa con jardín y un perro dando vueltas. Los crías, los amas, los guías, los sostenes. Los miras vivir.

Adivinando el futuro, bruja loca estás! Con el estigma de Eva o de Pandora, allí estas culpable de los males en el mundo, misteriosa zorra maliciosa. Pecadora, ansiosa mujer, tu curiosidad abrió la caja, y todo llego hasta aquí, pero te quedaste con la esperanza dentro de la caja. Siempre tenes la esperanza, dentro de ti misma, en tu vientre, en tu vida.

La violencia siempre te busca, nos persiguieron por brujas, pero la inquisición no acabo con nosotras. Ni tampoco las privaciones y vejaciones a las que nos sometieron en la historia. Ni las violaciones, ni la moral, ni el pecado, ni siquiera las buenas costumbres y el matrimonio por arreglo. Con tus derechos y reivindicaciones. El aborto, como si los hombres pudieran entenderlo. Pero todos opinan de él, como si ellos lo padecieran, todos quieren opinar por vos.

Simone de Beauvoir, es sin duda una de los referentes de inteligencia y de lucha femenina del siglo XX, a la sombra de un hombre. A la sombra de un hombre por que lo amo. A veces el amor es el peor de las faltas que comenten las mujeres, pero es el motor de la existencia de cada joven formal.