KARAJO!!!

PERSONALMENTE KIRCHNER COMIENZA A CAERME MAL, BAH NUNCA ME CAYO DEL TODO, SALVO POR ALGUNAS CUESTIONES ESTUPIDAS.
ME MOLESTA SU MARCADO PRESIDENCIALISMO QUE ASESINA A LA DEMOCRACIA, ME MOLESTA SU SOBERVIA Y SUS ACTITUDES INFANTILES PARA CON CIERTOS SECTORES Y PARA CON LOS DEMÁS PAÍSES. ME MOLESTA CIERTO "TOTALITARISMO" (ME DA MIEDO ESA PALABRA....), ME MOLESTAN LAS PRESIONES A LOS SECTORES DE LA PRENSA QUE NO ESTÁN CON ÉL. ME MOLESTA SU FALTA A CUESTIONES PROTOCOLARES CUANDO ASISTE A REUNIONES INTERNACIONALES, PORQUE ESO LE HACE MAL AL PAÍS....ME MOLESTAN TANTAS COSAS MAS.....
PERO HAY QUE RESCATAR COSAS DE SU GESTION, COMO SU POLITICA DE DERECHOS HUMANOS.
"K", SU GOBIERNO, RAYA EL POPULISMO, CON ACTITUDES ANTIDEMOCRATICAS, Y DERECHOSAS, VESTIDO CON EL TRAJE DE LA ABUELITA ZURDITA, ESPERA A CAPERUCITA ROJA....
EL LOBO ES EL LOBO DEL HOMBRE............JAJAJAJA!!!!!!!!!!

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Enfoques, suplemento del Diario La Nación
Domingo 24 de setiembre de 2006

La entrevista

Roberto Russell: "Es muy difícil explicar a Kirchner"

El prestigioso analista internacional critica que el Gobierno se maneje con amateurismo en temas tan delicados como la diplomacia y asegura que la postura hostil del Presidente es sólo un guiño para la escena local



A Roberto Russell -uno de los expertos en política internacional más prestigiosos de nuestro país-, el presidente argentino se le escapa de todos los manuales. "Me cuesta mucho explicar a Kirchner", dirá, por ejemplo, frente al, mal manejado, según estima, conflicto abierto con Michelle Bachelet por el precio del gas. O por la decisión de mandar a su esposa al encuentro con la colectividad judía en Nueva York. "Es él quien debería haber puesto la cara. Se perdió una oportunidad de oro para dejar sentado frente al mundo que en su gobierno no hay discriminación de ningún tipo", cuestiona.

Pero a Russell no le gustan los discursos apocalípticos sino más bien aquellos que sugieren aprendizajes y caminos alternativos. Alejado del blanco y negro, milita definitivamente en los grises. En la entrevista con LA NACION, dominada por el tono crítico hacia la política exterior K, no se olvidará, en ningún momento, de la prudencia ni de las relatividades. "No me interesa aparecer con un discurso antichavista porque no es ésa mi posición", se atajará, por ejemplo, después de cuestionar duramente la decisión de incorporar a Venezuela en el Mercosur.

Claro que, quizá, esta combinación de crítica y prudencia también esté inspirada en un dato reciente de su vida profesional: hace un par de meses renunció a su cargo de Director de Asuntos Académicos del Instituto del Servicio Exterior de la Nación. Allí, y durante 14 años, se dedicó a la formación de diplomáticos. "Cuando uno opina, la gente se enoja, pero esto me ha pasado en todos los gobiernos", desliza este doctor en relaciones internacionales que ha recibido recientemente el premio Konex al mérito y acaba de asumir la presidencia de la fundación Daniel Chávez Morán, dedicada a investigar los motivos del desacople de América latina del resto del mundo.

-Tanto Kirchner como su esposa resaltaron en Nueva York los principios de diversidad y multilateralidad en las relaciones internacionales. ¿No ve contradiccciones?
-A ver, dejame pensar Si yo defino que mi política en el plano externo es el mulilateralismo porque critico el unilateralismo, eso debería tener su correlato en mi política interna, lo que implicaría abrir el juego a otros y aceptar que sus opiniones pueden enriquecer el proceso decisorio. Pero eso, sencillamente, no está en el ADN de quienes hoy dirigen nuestro país: ahí está, me parece, la contradicción básica.

-Cristina ironizó sobre la presencia de un progresista en Wall Street, ¿es correcto el calificativo de progresista para quien la obsesión principal es, básicamente, mantener alto el superávit fiscal? De hecho, Kirchner viajó al corazón mundial de los negocios para pedirles a los empresarios que inviertan en la Argentina.
-El calificativo "progresista" no es algo que uno pueda oír en Estados Unidos; el término más cercano sería populista. Pero el término "populista" tampoco cabe para alguien como Kirchner; la misma Cristina explicó que su proyecto es el de un capitalismo integrador. Y aquí, no nos engañemos: no hay nada de antinorteamericano en la actual política exterior, como sí lo hay claramente en el caso de Chávez. La percepción que hay en Estados Unidos sobre Kirchner, en todo caso, es que no se sabe muy bien para dónde va ni si ese capitalismo inclusivo es sustentable. La preocupación que Kirchner genera no es por el lado del populismo, sino por el lado de la incertidumbre.

-¿Y cómo cree que Bush lo ve a Kirchner?
-Primero, mucho no lo ve porque la Argentina no es muy relevante. Y cuando lo ve, mucho no lo entiende. Pero, obviamente, se da cuenta de que no es Evo Morales, ni Chávez. En los centros de decisión serios de Washington nadie lo coloca en la bolsa de los populistas radicalizados.

-Pero tampoco es Bachelet, ni Tabaré...
-Sin ninguna duda. Bachelet se sabe lo que es; lo mismo Lula o Tabaré. Kirchner, no.

-O sea que, en los centros de decisión norteamericanos, al único que no pueden definir es a nuestro presidente: suena como un chiste sobre argentinos, ¿no?
-Bueno, lo ven como un neodesarrollista y dudan de hasta dónde su modelo estará abierto al mundo. La Argentina necesita ser competitiva en ciertos desarrollos tecnológicos de punta y eso requiere una coordinación con políticas educativas internas; lo que el actual gobierno procura es un proyecto de fuerte desarrollo industrial, pero eso debe tener un correlato externo. ¿Cómo nos integramos? Esas son las cosas que requieren un gran debate nacional, que el Gobierno no está dando. Aquí hay una política exterior que ha estado muy subordinada a factores internos, el caso más extremo es el de las pasteras en Uruguay, y eso dificulta mucho trazar líneas estratégicas de política exterior. Por ejemplo: si somos desarrollistas en la región, estamos por poner industrias y sabemos que esas industrias contaminan un poco. Entonces, negociamos en base a esos principios. Pero esa posición sólo se puede defender internamente si hay una estrategia clara, que es precisamente lo que falta.

-Precisamente, hablando de estrategia, al principio de su mandato Kirchner planteaba relaciones racionales y no carnales con Estados Unidos y ésa parecía ser una línea. Pero después de la Cumbre de las Américas se cortó la relación con Bush y en este viaje directamente ni siquiera se hablaron. ¿Por qué cambio?
-Kirchner está aprovechando pegarle a un Bush debilitado en su frente interno a raíz de su política exterior, que fue un desastre. Antes de la cumbre de Mar del Plata nunca lo había criticado públicamente. Recién lo hizo cuando se sacó de encima al Fondo.

-De paso, es un guiño para la tribuna: queda bien con muchos argentinos.
-Exacto, de paso queda bien acá. Pero no nos equivoquemos: Kirchner no tiene una política de confrontación con Estados Unidos. Colabora en todo lo que les interesa a ellos, pero no por seguirlos sino porque tenemos intereses coincidentes: participa en la lucha contra el terrorismo, contra las drogas; tiene una política alta en derechos humanos. Con esto quiero decir que la relación entre los gobiernos es buena. Nosotros con [Tom] Shannon nos llevamos fenómeno porque Kirchner hace los deberes, pero eso la gente no lo ve: lo que ve, en cambio, es al Presidente decretando el fin de las relaciones carnales.

-En lugar del Presidente, Cristina recibió a los dirigentes de la colectividad judía en Nueva York, ¿cómo se lee ese gesto, sobre todo en el actual contexto de denuncias de un brote antisemita alentado por algunos piqueteros oficialistas?
-Es un error. Es él quien debería haber puesto la cara; eso es plantarse frente a los temas y decir donde estás. Se perdió una oportunidad de oro para dejar sentado frente al mundo que en su gobierno no hay discriminación de ningún tipo. Y que quienes han hecho esos actos son marginales, que no están ligados a él. Lo que pasa es que la duda que siempre queda es si eso es realmente así y hasta qué punto no se está utilizando para la política interna.

-Kirchner se viene quejando de lo s críticos que se centran en su estilo, en las "formas", en lugar de evaluar el contenido de su gestión. En ese contexto, él plantea que "hace cosas" y que con eso basta. +
-El estilo en la política exterior es importantísimo, a tal punto que termina afectando a la sustancia: puede complicar o destrabar totalmente una relación bilateral; es más: se dan cursos enteros sobre las formas porque así funciona el mundo, y nuestro Presidente lo desconoce. Aquí hay mucha inseguridad, derivada del amateurismo. Las formas tienen que ver con el lugar que le das al otro. Si un presidente viene al país y lo dejan plantado una hora, ese presidente interpreta que a Kirchner no le interesa su país, no que no le interesa su persona. Con Bachelet algo de eso ocurrió: Bolivia nos aumenta el precio del gas y nosotros debemos aumentarlo también a Chile, pero esto se negocia. Kirchner, en cambio, dijo primero una cosa y después otra. Entonces, lo que perdió en Chile fue la confianza. Además, le contestó a la presidenta a través de un ministro [Julio De Vido] y eso fue terrible. Otra vez, las relaciones internacionales requieren reciprocidad. Pero, bueno, confiemos en que esto, como probablemente será reelegido, lo irá superando.

-¿Y qué hay del ingreso de Venezuela al Mercosur? ¿Fortalece o debilita al bloque?
-Para el Mercosur, es un problema y un factor de disgregación antes que de unión. Desde ese punto de vista, el debilitar al bloque común es una decisión poco progresista o de un progresismo muy mal entendido. ¿Por qué? Los que creen que Venezuela equilibrará las cosas porque frenará la eventual hegemonía de Brasil no entienden nada. Primero, el bloque necesita institucionalizarse y esta Venezuela no lo ayudará. Necesita tener ideas claras de por dónde se integra y Venezuela propicia una política de confrontación con Estados Unidos y una alianza con Irán que no tiene nada que ver con nosotros. Es imposible, entonces, que con semejantes diferencias se puedan dar concertaciones políticas. Es más, se alienta a la defección de socios menores. Por otra parte, si la cosa se pone densa, Brasil va a hacer solo su juego global.

-No es tan importante como antes la Argentina para Brasil.
-La Argentina es menos importante en el mundo que hace veinte años porque perdió su peso relativo, producto de nuestros errores. Hay países que suben y otros que bajan. El nuestro claramente baja.
-Si la política exterior está en crisis, ¿no podría haber allí un principio de oportunidad para nosotros? -Si, y lo hay. A Estados Unidos no le interesa jugar un rol relevante en América del Sur; Europa está mirando para otro lado y los chinos todavía no llegaron. Este escenario va a ser así por muchos años, lo cual genera un espacio de acción autónoma en la región. Podemos tratar de tener relación fuerte con Brasil y con Chile y jugar un papel estabilizador.

-Pero estamos haciendo lo contrario, ¿por qué?
-Porque Kirchner todavía no se da cuenta.

Por Laura Di Marco
El perfil
Experto internacional Roberto Russell tiene 59 años. Obtuvo su doctorado en Relaciones Internacionales en The Johns Hopkins University, Washington. Actualmente dirige la Maestría en Estudios Internacionales de la Universidad Torcuato Di Tella. Diplomacia Durante 14 años, se dedicó a formar diplomáticos como Director de Asuntos Académicos del Instituto del Servicio Exterior de la Nación, cargo al que renunció hace un par de meses.


Comentarios

Danilo Gatti dijo…
y la nacion que queres que diga?
sabiendo de quien viene ese articulo queda nula la discusion

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