La Naturaleza de las mujeres

Hace tiempo que estoy enojada, molesta, decepcionada. La estupidez femenina llega a niveles insospechados. Proyectamos una imagen vana; cada día somos una publicidad estúpida; una frase ridícula encabezando el titular de un artículo; somos una cretina semidesnuda, con la ropa en harapos manchada con sangre de utilería, poniendo cara de putita y diciendo “Mi marido me pega” en la tapa de una revista del corazón.; somos una novia abandonada que se ridiculiza a si misma pidiendo
inútilmente que el ex vuelva.

Me pregunto qué nos paso, siempre hemos sido así? Todo esto esta muy lejos de la autoimagen que tengo, esta muy lejos de mis pensamientos. Hemos soportado durante toda la historia el maltrato, la sumisión, las violaciones de ejércitos invasores, la ausencia de los que no están, las perdidas de los que amamos, los casamientos arreglados y la falta de voz. Hemos sido imaginadas como brujas. Nos represento la lujuria y la perversión. La tentación. Fuimos el pecado y por tanto se nos esclavizo. Somos una maquina biológica perfecta capaz de producir vida de una célula. Casi semidioses que caminan por la tierra y se levantan cada día a leer el horóscopo de una revistita pedorra. Preocupadas por el talle único y la dieta de turno.

Pero anoche vi Jane Eyre y lo comprendí todo. Hice mi autocrítica de la autoimagen que tengo de las mujeres. He crecido con buenos ejemplos. Todas mis perfectas heroínas comenzando por mi abuela Inés, representan todo lo que quiero ser. Ellas no son bellas ni ricas ni poderosas, su éxito pasa por ser feliz cada día. Son inteligente e independientes, libres pensadoras pero también sueñan con un vestido y una amor, sueñan con ser madres y quizás, solo quizás, esposas. Yo quiero ser como ellas, sueño con ser como ellas y como diría la Agrado “una es más autentica, cuando más se parece a lo que ha soñado de si misma”.

Cada mañana cuando me levanto y miro el mundo alrededor de mí, no quiero un solemne feminismo maniqueo ni guerra de género ni ninguna estupidez de esa. Solo quiero un poco de dignidad y de respeto hacia nosotras mismas.

Al final de todo, Simone de Beauvoir tenía razón, “Mujer no se nace, se llega a serlo”.